El tiempo en mi pueblo

sábado, 11 de diciembre de 2010

CANELO Y LA LOCOMOTORA

Canelo y la locomotora


El padre de mi abuela era maquinista y conducía la locomotora por los pueblos del Valle del Guadiato. Entonces no había coches ni autobuses, y si alguien quería viajar, o lo hacía en burro o a caballo, o se subía a la locomotora, aunque muchos la llamaban automotor.

Dicen que era muy bonita y alegre porque todos oían cuando mi bisabuelo tocaba la sirena para anunciar que ya salían o cuando estaban llegando a la estación, y aunque el viaje era pesado, todos lo hacían con emoción.

En una ocasión se subió una familia para viajar a Fuenteobejuna. Le dijeron que pasarían unos días allí antes de volver a Fuente del Arco, que era su pueblo y donde terminaba la línea del tren. Con ellos viajaba un niño muy travieso llamado Marcos, su hermana María y Canelo, un perro enorme de color marrón que parecía muy listo.

Mi bisabuelo les avisó de que el perro no podía viajar en el vagón porque no estaba permitido, pero como los niños empezaron a llorar, decidió hacerle un sitio con él, delante, en la maquinilla.
Faltaba poco para salir el tren, y su ayudante echaba carbón sin parar, porque antes no había gasolina y los trenes funcionaban así. Por fin sonó la sirena y el tren comenzó a andar, muy, muy despacio. El motor no funcionaba bien y hacía un ruido tremendo.

Al poco de arrancar, la máquina empezó a calentarse y tuvieron que detenerse. Los viajeros se bajaron para tomar el aire y Marcos y María echaron a correr. Se alejaron un poco y Marcos descubrió un pozo abandonado. Se asomó para ver cómo era, pero perdió el equilibrio y se cayó dentro. María empezó a llorar y entonces oyó la sirena del tren que ya estaba arreglado. Con las prisas, todo el mundo se subió sin darse cuenta que faltaba un pasajero, bueno, todos menos uno, Canelo, que ya hemos dicho que era muy listo.

Ladraba y ladraba, y mi bisabuelo estaba muy enfadado: ¡Cállate, que me vas a volver loco!, le decía, pero Canelo se puso a ladrar más fuerte y se tiró del tren.

Mi bisabuelo y su ayudante se dieron cuenta de que algo pasaba, pararon el tren y echaron a correr detrás del perro. María y sus padres bajaron también porque ya sabían lo que había pasado, y todos corrían detrás de Canelo. Éste los condujo hasta el pozo y consiguieron rescatar a Marcos que se había hecho algunos rasguños al caer.

Mi bisabuelo se los curó con las cosas que tenía en el botiquín de la locomotora, y para que no se escapara más, se lo llevó con él para que, como castigo, estuviera todo el viaje echando carbón con la pala, y, al final, tanto le gustó a Marcos ayudar que al acabar el viaje le dijo a mi bisabuelo que, de mayor, quería ser maquinista como él.

José Calderón Valdivia. 5º E. P.
Colegio PRESENTACIÓN DE MARÍA
Pya. Pueblonuevo (Córdoba)

4 comentarios:

Letizia Medina Ortega dijo...

¿Es real?

Almudena dijo...

¿Ha sucedido en realidad la historia?

Unknown dijo...

A todos los que preguntáis: esta historia es real según me ha dicho mi abuela a la que se la contó su padre, que era el maquinista.

Unknown dijo...

Creo que mi abuela y mi abuelo también me contaron algo de eso pero como pensé que todos iban a escribir algo de Pueblonuevo y las minas pensé contar algo de nuestro vecino Belmez y la historia de su castillo.